Dolor.
Eso es lo que siento cada mañana al despertarme, cada noche al acostarme y cada momento entre medias. Dolor. Suele ser un dolor sordo, al que ya me he acostumbrado, en la espalda y la boca del estomago. A veces incluso en los huesos, pero eso las menos. Un dolor que, al darlo ya por hecho, he aprendido a ignorar, y que no recuerdo no haber sentido desde hace años.
Y entondes recuerdo aquella escena de Komarr... donde Ekaterin, durante un momento, fue feliz porque, y aunque la estuviesen interrogando, por unos instantes dejo de sentir el dolor. Donde lo primero que dijo, al inyectarle el suero de la verdad, fue "no duele". No porque no le hubiesen hecho daño... sino porque ya no sentía el dolor. Y los pensamientos de Miles ante la ironía de que lo cruel fuese darle el antidoto contra el suelo, pues volvería a doler. Me pregunto como sería.
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