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miércoles, octubre 29, 2008
¿Qué dios nórdico eres?
miércoles, octubre 22, 2008
Cuando Don Quijote tiró la toalla
A menudo iniciamos luchas por seguir nuestros principios. Nos enfrentamos a gigantes porque, aunque los demás nos digan que son molinos de viento y luchar es una tontería, creemos que es lo correcto. Luchamos y luchamos, sin ayuda ni apoyos, dandolo todo. Y, entonces, descubrimos que da igual.
¿Qué hemos mejorado? Nada.
¿Qué hemos conseguido? Nada.
¿De qué ha servido? De nada.
Entonces es cuando, ya sin fuerzas, tiramos la toalla. No puedes seguir luchando por algo que sabes que no lograras ni nadie valora. Da igual las pequeñas batallas que ganes, al final el resultado de la guerra lo conoces y no es el que tu querrías.
Es el momento en el que los heroes de las causas perdidas abandonan porque, en realidad, da igual lo valiente que seas o lo mucho que te esfuerces, no puedes ayudar a quienes no quieren ser ayudados.
Es el momento en que Don Quijote recupera la cordura y se da cuenta, finalmente, de que todo es inutil, sólo eran fantasias en las cuales vivía una vida que tenía un proposito pero que los demás tildaban de locura.
Y, sin embargo, no dejas de dar vueltas a que tal vez hubieses podido hacer algo más. No sabes el que, evidentemente si lo supieses lo habrías hecho, pero algo que se te ha pasado por alto. Tal vez fuese un detalle casi imperceptible. A lo mejor algo evidente para todos menos para tí. Pero algo has pasado por alto y sabes que, independientemente de que hayas abandonado tu causa pérdida de antemano, le darás vueltas siempre a lo que pudiste hacer y no hiciste, torturandote con los "¿Y sí...?".
Y, como le ocurrió a Don Quijote, a nadie le importará. Salvo a tí.
Sigo aqui
Un amigo, un familiar, nuestra pareja...
Alguien que, sencillamente, nos hace de roca en los tiempos difíciles. Nos ayuda a superarlos y ver que hay luz al final del tunel. Que da igual lo que ocurra que estará ahí, a nuestro lado, echandonos un cable.
Gracias a todas esas personas.
martes, octubre 21, 2008
Norah Jones - I've Got To See You Again
A veces pasa. La necesidad imperiosa de ver a alguien de nuevo. Da igual que haga horas, días o años que no ves a esa persona. De repente necesitas verla, tomar un cafe o una caña, hablar cara a cara.
El problema es cuando sabes que no puedes, que no volvereis a veros porque hace mucho que se fue para siempre.
Es entonces cuando sólo te queda poner música y perderte en tus recuerdos, el único lugar donde podréis volver a encontraros...
martes, octubre 14, 2008
¡Pikachu, te elijo a ti!
Anda... pues no era Pikachu...
viernes, octubre 10, 2008
Alcanzar la Inmortalidad
Tenía el estómago hecho una bola. Sentía como la sangre se agolpaba en sus oidos. El corazón le latía tan, tan fuerte que era muy probable que las personas con las que compartía ascensor lo oyesen. Conocía los síntomas.
Era miedo.
Tal vez la manera de llamarlo no fuese miedo, la palabra no indicaba toda la inmensidad del pánico que casi le impedía moverse, pensar, hablar. Sin embargo no podía perder el control, tenía que volver a encontrar su centro. Si dejas que huelan tu miedo, le había dicho su jefe, te comeran viva. De manera que no le quedaba otra que aparentar calma, respirar lentamente y dirigirse a su destino con paso tranquilo.
Que nadie notase que le sudaban las manos. Que nadie fuese capaz de oir el leve temblor de su voz al hablar. Que nadie se diese cuenta de que la mano con la que escribía era muy poco estable. Que, en ningún momento, pareciese que no sabía de lo que estaba hablando.
Con esas resoluciones, tan simples y a la vez tan complejas, abrió la puerta. Allí estaban. Contaba unas sesenta caras distintas observando con atención todos sus movimientos.
Subió a la tarima escuchando, como único sonido aparte de las respiraciones de la gente, el ruido de sus zapatos sobre el suelo.
Cogio una tiza. Se acercó a la pizarra. Escribió su nombre en ella, todavía en silencio. Tenía su atención. No habían olido su miedo. Al menos, todavía no. Se giro, poniendo su atención sobre el grupo que seguía observandola sin saber muy bien que hacer, como reaccionar.
Tan jovenes, pensó, ¿alguna vez fui yo tan joven?
Y entonces, por primera vez desde que salió de casa hecha un flan varias horas antes, habló:
- Hola a todos. Me llamo Andrea McKeena y voy a ser vuestra profesora de Calculo Diferencial.
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Por fin... el relato inspirado en el concepto "miedo". Lo tenía medio perfilado en la cabeza pero me he atrevido a escribirlo al ver este vídeo. Lo cierto es que una de esas personas que lo tienen fácil para alcanzar la inmortalidad es aquella que hace que sus conocimientos se transmitan, ya que siempre la recordaremos al utilizar lo que nos enseñó. Da igual que sean cosas tan, aparentemente, inútiles como Cálculo Diferencial, física teórica o la vida oculta de las moscas de la fruta. Si lo utilizamos, si hablamos de ello, recordaremos a esa persona.
Y debo reconocer que eso de plantarte delante de treinta, cuarenta, cincuenta personas a soltar un rollo que sabes que, probablemente, les de igual... requiere mucho valor.
¿Y tú de quien eres?
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miércoles, octubre 08, 2008
Flor dorada
miércoles, octubre 01, 2008
POR EL BOULEVARD DE LOS SUEÑOS ROTOS
Caminaba, escuchando a Sabina en el reproductor de música, dirección al lugar que albergaba sus mejores, y peores, recuerdos. Habían pasado más de diez años desde que atraveso aquella puerta por última vez y ahora volvía a una reunión de estudiantes. Diez años, se repetía una y otra vez, cuantas cosas han cambiando en diez años. Salió de allí llena de ilusión, con un futuro totalmente planificado y llena de esperanza. Y ahora, trás diez años , volvía triste y vacia.
Había conseguido muchas cosas, sí, pero muchas otras las perdía apenas llegaba a rozarlas con la punta de los dedos. Tenía el éxito, el dinero y la fama, no podía negarlo, pero esas cosas no te daban un abrazo cuando llegaba a casa cada noche agotada por un largo, y generalmente frustrante, día de trabajo. Ni la consolaban al colgar el teléfono después de otra frustrante conversación con su familia.
Sin embargo, sabía que ninguno de los asistentes a aquella fiesta lo verían así. Muchos envidiarían la fama, el dinero y el poder que había conseguido. Otros desecharían sus quejas ya que ¿qué derecho tiene a quejarse quien lo tiene todo? Y, tal vez, una persona la comprendería y la compadecería. Puesto que eran sus sueños los que la habían llevado a escoger ese camino, rechazando el que le ofreció en su momento.
Suspiró, apagando la música, mientras atravesaba las puertas del que fuera su colegio. Sabía que le esperaban viejos amigos, enemigos y su primer amor... buenos y malos recuerdos. Y más de un millar de sueños rotos.
Por el boulevard de los sueños rotos, video del disco Esta boca es mía de Joaquín Sabina