jueves, septiembre 27, 2007

Tan cerca, tan lejos.

Esta tarde estaba en el taller con mi padre, trabajando, y hablando de tí. Recordando como harías tu el trabajo que estabamos haciendo entre los dos. Como hacías las cosas, siempre de manera lo más artesanal posible y, sin embargo, sólo un experto podría notar la diferencia respecto a algo hecho con máquinas.
Mientras cortabamos, lijabamos y pulíamos, te recordaba, en ese mismo taller, trabajando. El aroma a puro y serrín que indicaba tu llegada. La voz ronca, cascada. Las manos asperas y fuertes, pero que nunca me hicieron daño a mi ni a ninguno de la familia. El sentido del humor, tan propio de los nuestros, que sólo alguien acostumbrado a nosotros es capaz de pillar a la primera.
Hoy, por primera vez en más de seis años, he bajado al taller a trabajar. Y te he sentido a mi lado como siempre estuviste durante mis primeros diecisiete años de vida. Y te he echado de menos como cada día desde que te fuiste. Pero, por una vez, no me he sentido tan sola... y, tal vez, sólo tal vez, eso sea un paso adelante. Puesto que te he sentido tan cerca, a mi lado, sabiendo que estas tan lejos que nunca podré alcanzarte...

3 comentarios:

Profesor James Moriarty dijo...

niña, seguro que está ahí arriba, y tardarás mucho en verle, pero solo por aguantarnos el cielo lo tienes ganado.

Jorge dijo...

Un besazo y animo niña.

Master dijo...

Como dice Mory, solo por aguantarnos el cielo lo tienes ganado, a mí me tocará miraros desde abajo cuando llegue el momento ...
Igual es hermoso que sientas que no estás tan sola, y me alegro mucho

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