domingo, marzo 08, 2009

Invisible.

La anécdota más curiosa, y deprimente, de mi infancia es la del día aquel que mis padres se olvidaron, por completo, de que tenían que ir a buscarme a la sálida de la academia de inglés a eso de las nueve de la noche. Es decir, puedo comprender que te retrases porque no recuerdes si tu hijo sale a una hora o a otra porque cada día tiene una hora de sálida distinta pero de ahí a olvidarse... El caso es que supe lo que era sentirse invisible.
Total y absolutamente.
Odié esa sensación.
De vez en cuando vuelvo a tenerla.
Es una de esas sensaciones por las que te prometes cosas. No depender tanto de nadie. No bajar barreras. No dejar que la gente se acerque tanto como para que, cuando seas invisible para ellos, te acabe destrozando. El tipo de promesas que, cuando crees que estas a salvo, rompes. Y claro, volvemos a empezar.
Intelectualmente sabes que es una chorrada pero, como dijo Blaise Pascal, el corazón tiene sus razones que la razón no puede entender. O dicho de otra manera, duele. Mucho. Durante mucho tiempo. Y no lo olvidas. Ni llegas a perdonarlo del todo. Sí, te piden disculpas, tu dices que no pasa nada, y sigues adelante. Pero en ese rincón donde guardamos las cosas para no olvidar, queda. Y da igual que pasen diez, quince, veinte años. Sigue doliendo. Y, dado que sigue doliendo, sigues sin perdonarlo del todo. Entonces te crees a salvo y lo medio olvidas hasta que... ya sabéis como sigue la historia.
Y es cuando empieza de nuevo el ciclo que vas a ese rinconcito donde habías guardado todas las cosas de no olvidar y las desempolvas, las miras, las recuerdas y vuelves a herirte con ellas. Y descubres que no las has perdonado lo que, probablemente, te hace peor persona. Pero te da igual ya que, visto lo visto, ¿quién quiere ser una buena persona? Después de todo, son las que se llevan los golpes siempre en la misma mejilla hasta que esa esta destrozada y ponen la otra.
Aunque también es cierto que no importa lo buena o mala persona que seas. Si eres invisible, si lo has sido una sóla vez, al final volverás a serlo. Y, muy probablemente, lo odiarás pero, inevitablemente, no podrás hacer nada al respecto. Porque no es una decisión que tomes tú, sino una que toman otros por tí, de manera consciente o no.

The invisible and the non-existent look very much alike
Delo McKuon



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